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sábado, 14 de enero de 2012

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TRABAJO ACTUAL (día 08.02.2014)






(fotografía provisional)






  JUSTAMENTE, TAL DÍA COMO HOY (6 DE FEBRERO) el protagonista de la historia que relatamos en "Hasta que los cheles nos separen" decidió acabar con su vida.

Fueron muy amargas las experiencias que sufrió en la República Dominicana; fueron terribles las manifestaciones de desprecio y humillación a las que fue sometido "como lo más natural de mundo", pues cualquier dominicana considera que un gringo (un extranjero) es algo que se usa y luego se tira cuando ya no sirve para sus miserables fines económicos (aunque suponemos que alguna habrá que no sea así, pero no la hemos encontrado todavía); fueron angustiosos los estados de ansiedad a los que fue sometido cuando comprobaba, una y otra vez, que sólo le estaban engañando, mintiendo y manipulando... Fue muy amargo comprobar que la inmensa mayoría de las dominicanas que conoció eran cueros (prostitutas) que ejercen como tales como lo más lógico del mundo... (da igual que tengan novio, que estén casadas, que sean menores de edad, que pertenezcan a una u otra categoría social...) Él, Ernesto, el protagonista de la historia de "Hasta que los cheles nos separen", se quedó, incluso, sorprendido cuando le ofreció una amiga que pasara la noche con la novia de su hermano... "Pero que no dijera nada para que él no se enterara"... aunque apostilló: "pero no te preocupes, si eso es ná".

Lamentablemente para él, para Ernesto, después de su esposa conoció a tres dominicanas más (ya divorciado) y todas, sin excepción, repitieron el patrón de conducta de la primera. Al fin, con la última de ellas, con una muchacha deliciosa y extraordinaria en todos los sentidos, quiso creer en ella y se volvió a enamorar perdidamente pero al final descubrió -viviendo ya juntos y atendiendo generosamente a sus necesidades y atendiendo al hijo que ella tenía de otro- que también se estaba riendo de él y que le estaba utilizando.

Es terrible comprobar que muchísimos dominicanos, cuando se enteran de que su pareja está embarazada, no quieren saber nada del hijo y se van de su lado para siempre y, por supuesto, no quieren saber nada de pensiones alimenticias ni nada por el estilo; pero ellas, las dominicanas, no valoran que un gringo se haga cargo generosamente de los hijos de otros y los quiera como suyos... Ellas, las dominicanas, sólo ven el beneficio económico que el extranjero les puede suponer a corto plazo... Ellas, las dominicanas, siempre tienen un chulo escondido con el que verdaderamente gozan y al que le dan parte del dinero que consiguen del gringo...

Nota: cuando decimos "ellas, las dominicanas" -cuando generalizamos- queremos decir "la mayoría de ellas" pues, insistimos, suponemos que algunas habrá que no sean así aunque Ernesto no llegara a conocerlas.

Cuando Ernesto supo que su última pareja (a la que llamaba siempre "su esposa") también le engañaba, cayó en una profundísima depresión ya que eso fue lo que le desestabilizó por completo y harto de todo y de todas, decidió poner fin a su vida; una vida que -cierto es- había comenzado a vivir cuando llegó a la República Dominicana pues mientras estuvo en España se podría decir que vegetaba... En la República Dominicana encontró la muerte, sí, pero pudo decir que mientras duró se sintió vivo y aunque sufriera muchísimo también pasó momentos inolvidables... aunque sólo existieran en su imaginación pues la realidad era muy distinta a lo que él creía o quería creer.

Lamentablemente pues para él, para Ernesto, pudo confirmar hasta la hartura que en esta sociedad dominicana sólo interesan los bienes materiales, beber alcohol en cantidades enormes y chingar (fornicar) todas y todos con todos y todas. El resto es completamente secundario.

Por razones que ya se entenderán, queda paralizado por algún tiempo el trabajo en el blog y en el féisbuc.

En este día 6 de febrero, quiero desear a mi amigo Ernesto que descanse en paz.

Sus últimas palabras aparecen en un "sms" que envió a su "último amor" tras cinco jornadas de reflexión pues ella ya quería separarse... Él, Ernesto, llamó ese último día -terriblemente nervioso- y la preguntó que qué había decidido ella tras "pensárselo durante esos días"... Oyó lo que temía: "te quiero mucho pero no quiero seguir contigo" (también en esta nueva vez tenía ya ella los mínimos económicos que se había marcado).

Luego, antes de consumar el suicidio, escribió a su último amor lo que sigue...

Decía: "Bueno, está muy clara tu respuesta. Quiero que sepas y recuerdes toda tu vida que el resultado de jugar con los sentimientos de un gringo sólo para sacarle los cuartos puede llevar a la muerte. Casi lo consigue la mala mujer... Enhorabuena, tú si lo has conseguido.

Mira mañana las noticias: hablarán de mí. Espero que esas imágenes se te queden bien grabadas para que no lo vuelvas a hacer con nadie más. Mi muerte habrá servido para algo.

Te quiero y no me arrepiento de todo lo que te he ayudado. Espero que te sirva para llevar una vida digna.

Te amo.

El tiempo demuestra la verdad o la mentira en las personas... "Ernesto: yo no soy así" (me dijiste cuando te comenté que todas vais a lo mismo)...

Bueno, ya se acaba mi triste paso por este mundo.

Cuídate.

Te amo.

FIN DEL MENSAJE Y FIN DE MI VIDA

TE AMO.

(pequeña sinopsis de lo acaecido con la primera mujer y cuyo relato detallado también figura en el blog -en sus primeros capítulos- y cuyo enlace es el siguiente:
http://homoviatorplenum3.blogspot.com/p/hasta-que-los-cheles-nos-separen.html )

UNA HISTORIA VERDADERA ENTRE UNA DOMINICANA Y UN EXTRANJERO
(desgraciadamente, una historia muy frecuente)
-aunque se quiera cerrar los ojos-

Un hombre dedica un piropo a una mujer por Internet.
La mujer contesta.
La mujer quiere chatear.
El hombre manifiesta que hay mucha diferencia de edad entre ambos.
Ella asegura que no es así y que la edad no importa.
Él comenta que ella no le es indiferente pero que, insiste, hay cerca de
veinte años.
La mujer quiere continuar con la correspondencia.
Continúan.
Se intercambian fotografías y ella llega a asegurar que él "es el hombre de
su vida"
Él viaja a Santo Domingo (República Dominicana) y se conocen.
El hombre se enamora perdidamente de ella. El hombre -de educación letrada-
la escribe hermosas cartas y la compone sonetos de bella factura.
Ella dice corresponder a su amor.
Él lo cree.
Hablan de casarse y el hombre comienza a mantenerla económicamente.
Ella comienza a pedirle -sutilmente- más dinero.
Él comienza a enviar dinero en crecientes cantidades.
Él, con la finanlidad de trasladar su residencia a la isla que fuera dada en llamar La Hispaniola, vende su casa, así como una biblioteca de más de 3.000 volúmenes que fue
atesorando desde niño y que era su orgullo y pasión.
Él tenía, incluso, libros del siglo XVI.
Él, pensionado y con un trabajo, vende sus coches y deja su empleo con el que ganaba
bastante dinero extra.

Él ganaba en su país en total, en términos reales, unos 300.000 pesos dominicanos al cambio.
Él lo deja todo por ella.
Él pierde el cariño de su familia en su país de origen; pues su único hijo, su ex-mujer y todos los
demás dejan de hablarle.
Él renuncia a todo por ella.
.......

Él compra una casa de más de 7.000.000 de pesos dominicanos.
Será su domicilio conyugal en Santo Domingo de Guzmán.

Se casan.

Él la llena de mimos, ternura y amor; pero ella siempre está ausente,
siempre está distante.
Ella sólo está cariñosa con su marido cuando quiere algo material de él.
El hombre siempre se dio cuenta de lo que pasaba, pero siempre mantuvo la
esperanza -por amor- de que fuera cambiando.
Ella, salvo cuando quería quedar embarazada o cuando quería algo concreto,
nunca respondía a los sinceros besos de amor de su marido.
Ella sólo ponía pasivamente los labios.
Él sufría.

Él hablo repetidas veces a su esposa sobre estas actitudes.
Ella nunca explicaba el porqué estaba mentalmente ausente o por qué no tenía
ninguna manifestación espontánea de cariño hacia él.
Todo seguía con la misma frialdad.
Ella insistía en que no le gustaba la casa adquirida y que quería otra.
Ella sabía que una casa comprada antes del matrimonio no la pertenecía.

Los hijos de ella, de una anterior relación, no se dirigían a él y le ignoraban a pesar de todo lo que él hacía por ellos;
a pesar de todo lo que les proporcionaba; a pesar de quererlos y así
manifestarlo.
Él pagó todo lo que hizo falta cuando su hijo contrajo el dengue.
Él pago todo lo que hizo falta en la fiesta de los 15 de su hija.
Su padre biológico sólo les envía -desde el extranjero- unos 7.000 pesos para sus dos hijos "cuando se acuerda"
Los hijos no conocen a su padre biológico.
Esos hijos demuestran mucho más cariño por un padre al que no conocen que
hacia él.
Parecía que él no existiera.
Él sufría.

Él pagó todo lo que hizo falta cuando su suegra sufrió un accidente de carro.
Él compró una pasola a su suegro "pues lo necesitaba".
Él prestó dinero "a título gratuito" a la hermana de su esposa por un "asunto urgente" que luego se demostró que no era tal.
Él se volcaba cada vez que había un problema en la familia... Pero nadie agradecía nada.
Él se daba cuenta de todo pero tenía la esperanza de que todo cambiara con el tiempo.

Ella consiguió quedar embarazada.

Ella le comunica su estado tirándole la prueba del embarazo a la cara.
Ella quiso el embarazo para asegurarse una fuente vitalicia de ingresos.
Ella ya no volvió a estar cariñosa nunca más.
Él la sigue llenando de mimos, ternura y amor pues la ama.
Ella seguía recibiendo "pila de dinero" de él (según expresión que ella
misma utilizó)
Él, seguía sufriendo.
.........

Ella aceptaba todo lo que su marido le daba.
Ella pedía más dinero a su marido a pesar de recibir, entre unas cosas y
otras, bastante más de 100.000 pesos dominicanos mensuales.
Ella le pidió un carro.
Él se lo compró.
Ella nunca le dio, ni siquiera, las gracias.

Entonces ella comenzó a decir a su marido que quería divorciarse.

Ella se iba a escondidas con un hombre.
Ella seguía hablando con su anterior pareja (su segunda relación) cuando su marido no estaba.
Ella le quitaba por las noches, a escondidas, dinero de la cartera de él para
meterlo en su cuenta y gastarlo cuando estuviera divorciada.
Ella, desde que supo de su embarazo, comenzó en público y en privado a
humillar, ignorar y despreciar a su esposo.

Ella intentaba que él pidiera el divorcio.
Él la seguía dando dinero.
Ella lo aceptaba, le pedía más, le seguía quitando dinero y se burlaba
continuamente de él en público y en privado.
Ella hablaba frecuentemente del apartamento que se compraría con el dinero
ahorrado y lo bien que viviría cuando estuviera divorciada.

Él sufría y
una justa cólera comenzó a invadirle.

Se sintió utilizado y lo que más le dolió fue que le despreciara y le
humillara constantemente.
Cuanto más la daba, ella más le despreciaba.
A ella no le importaba en absoluto su sufrimiento.
Él llegó a la certeza de que lo que siempre sospechó era una amarga
realidad: ella nunca le había querido y sólo se casó con él para quitarle
todo el dinero que pudiera y después divorciarse.
Ella siempre supo que pediría el divorcio.
Ella siempre le mintió, le utilizó sin escrúpulos y, lo que es peor, le
humilló y despreció con crueldad.

Ella le arrastraba despiadadamente por el barro para que él se soltara y se
alejara quedando en medio de la ciénaga,
ahora que ya había sido utilizado.

Pero él, por amor, lo sufría todo con la esperanza de que recapacitara.

Su falta de vergüenza llegó a tales extremos que le dedicó la canción de
Héctor Acosta "Me voy de la casa y vendo el anillo"...
Ella subía el volumen de la radio cuando ponían esa canción.
Ella cantaba esa canción a gritos estando a su lado.

Ella se la dedicaba.
¿Cabe mayor crueldad?
........

El niño nació y ella no cambió de actitud.
Él vendió la casa que estaba a su nombre porque ella se lo exigió.

Él alquiló un apartamento a nombre de los dos, con opción a compra,

pues la seguía amando "a pesar de todo"

Se dieron un tiempo. Tal vez fueran suficientes tres meses para que ella
recapacitara.
Llegó a su término el tiempo y nada cambió.
Ella siguió diciendo que quería el divorcio.

Él, en un último esfuerzo, compró el apartamento...
...y ella siguió diciendo que quería el divorcio.

Todo confirmó lo anteriormente relatado.

La firma del contrato fue la firma del comienzo de una sentencia de muerte...
...pues ella le siguió ignorando... a

¡Ya tenía su apartamento y ya tenía una pensión por muchos años!
El recién nacido se lo "aseguraba"

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...Y las demás que conoció... "lo mismo de lo mismo"...

- - - -

Ernesto: ahora ya descansas...